Una luz bien distribuida puede transformar por completo la percepción del espacio público. Esta tercera entrega de Campus ATP aborda la homogeneidad lumínica y su impacto en la seguridad, la eficiencia y el confort visual
ARRE —16/5/2025— Cuando se evalúa la calidad de un proyecto de alumbrado exterior, la mayoría de las miradas suelen dirigirse al nivel de iluminación: cuánta luz hay, si es suficiente, si cumple con la normativa. Pero hay otro factor, más sutil y a menudo pasado por alto, que puede suponer la diferencia entre una instalación eficiente y una mediocre. Hablamos de la uniformidad lumínica.
Mucha luz no siempre significa buena luz
La uniformidad lumínica mide cómo se reparte la luz en una superficie iluminada. Cuanto mayor es la uniformidad, menor es la diferencia entre las zonas más oscuras y las más luminosas: no hay manchas de sombra ni puntos excesivamente brillantes, sino un reparto continuo y armonioso. Dicho de otro modo, en términos prácticos, es lo que determina si vemos una calle con luz homogénea o con zonas oscuras junto a otras deslumbrantes.
Técnicamente, se expresa como un valor entre 0 y 1, donde 1 representa una distribución perfecta (toda la superficie recibe la misma iluminación) y 0 indica ausencia total de uniformidad. Existen varias formas de calcularla, siendo las más comunes:
Uniformidad general (Uo) = iluminancia mínima / iluminancia media.
Uniformidad longitudinal (Ul) = iluminancia mínima / iluminancia máxima, especialmente útil en viales.
Una buena uniformidad —habitualmente entre 0,6 y 0,8 en proyectos bien diseñados— mejora la percepción visual, evita contrastes molestos y puede permitir reducir los niveles de iluminación sin perder visibilidad.
El problema del efecto “cebra”
Una instalación puede tener niveles lumínicos elevados y, sin embargo, ofrecer una experiencia visual pobre si la distribución es irregular. Es el caso típico del llamado “efecto cebra”: franjas muy iluminadas alternadas con sombras profundas. Este patrón fatiga la vista, dificulta la percepción de volúmenes y puede poner en riesgo a peatones y conductores.
Por el contrario, un sistema bien diseñado con niveles más bajos pero una distribución uniforme de la luz puede resultar mucho más eficaz. Menos consumo, menos contaminación lumínica y mejor visibilidad. Así de simple.
¿Cómo se logra una buena uniformidad?
La clave está en el diseño lumínico y la adaptabilidad de las luminarias seleccionadas. No existen soluciones estándar: cada entorno necesita un enfoque específico. La geometría de las calles, la altura de los puntos de luz, el tipo de vía, la presencia de vegetación o de patrimonio histórico son solo algunos de los factores que se deben considerar.
Aquí es donde cobra especial importancia contar con luminarias versátiles y tecnología que permita personalizar el sistema desde la raíz. ATP diseña cada proyecto con ópticas configurables y fabricación bajo especificación lumínica, lo que permite adaptar la distribución de luz con precisión milimétrica.
Logroño: luz precisa en el corazón histórico
En el centro histórico de Logroño, el Ayuntamiento ha renovado cerca de 900 puntos de luz con luminarias LED de 2200 K de ATP, logrando una uniformidad de hasta 0,8 con potencias mínimas entre 19 y 35 W. Gracias a un diseño lumínico detallado y a la fabricación a medida de cada luminaria, se ha conseguido una iluminación suave, continua y respetuosa con el entorno patrimonial.
Este enfoque ha permitido mejorar la visibilidad y reducir más del 70 % del consumo energético, sin necesidad de sobreiluminar. Además, la baja proporción de azul en la radiancia espectral de las luminarias (1,28 %) contribuye a proteger el cielo nocturno y a minimizar el impacto sobre los ritmos naturales de las personas y la fauna urbana.
Cartagena de Indias: uniformidad en un enclave histórico caribeño
La Ciudad Amurallada de Cartagena, Patrimonio de la Humanidad, ha sustituido su antiguo alumbrado de descarga por luminarias LED de ATP con temperatura ultracálida de 2200 K y Difusor Confort®. El nuevo sistema ha eliminado zonas oscuras, mejorado la uniformidad y transformado la percepción del espacio nocturno, favoreciendo el turismo y la vida social.
Gracias a una planificación milimétrica y al uso de materiales inmunes a la corrosión, se ha logrado un entorno más seguro, estético y sostenible, con un ahorro energético superior al 70 % y una drástica reducción de la contaminación lumínica.
Zaragoza: eficiencia y calidez visual
En Zaragoza, la renovación del alumbrado en el barrio de Pignatelli y el Parque del Agua ha combinado tecnología LED de 2200 K y 1800 K con ópticas de alta precisión para alcanzar uniformidades de hasta 0,9, reducir el deslumbramiento y proteger el cielo nocturno. Las luminarias instaladas incluyen el Difusor Confort® y emiten niveles extremadamente bajos de luz azul.
La actuación ha convertido el parque en un referente nacional de iluminación responsable en entornos naturales, y ha demostrado que se puede lograr un equilibrio entre confort visual, eficiencia energética y sostenibilidad ambiental incluso en contextos urbanos complejos.
La uniformidad como aliada contra la contaminación lumínica
Reducir los niveles lumínicos sin perder visibilidad es posible cuando se combina un diseño eficaz con tecnología de precisión. En realidad, buena parte de la contaminación lumínica no procede directamente de las luminarias, sino de la luz que se refleja en el suelo y se dispersa hacia el cielo. Un diseño con alta uniformidad y niveles optimizados reduce ese efecto significativamente.
La conclusión es clara: iluminar bien no es iluminar más, sino iluminar mejor. Y eso empieza por entender la importancia de una luz bien repartida.
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Julio Aparicio
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